jueves, 15 de diciembre de 2011

EFICACIA: ¿ES USTED UNA MOSCA O UNA ABEJA?


Evidentemente ante esta pregunta uno tiene natural tendencia a considerarse más próximo a las delicadas, trabajadoras, disciplinadas y simpáticas abejas, más que a las estúpidas, sucias e ingobernables moscas.

El Experimento:

Introduzca seis abejas y seis moscas en una botella y colóquela horizontalmente con el fondo apuntando hacia la luz de una ventana, podrá ver que las abejas no dejarán de luchar por encontrar salida a través del vidrio del fondo, hasta que mueren de agotamiento o de hambre; mientras que las moscas, en menos de dos minutos, habrán salido por el cuello en el otro extremo.
La flexibilidad en la empresa

En este ejemplo, puede verse cómo la flexibilidad adaptativa facilita los medios para que algunos agentes puedan superar un cambio fundamental en su ambiente.

Es el amor de las abejas por la luz, su misma inteligencia, lo que las pierde en ese experimento. Probablemente se imaginan que la salida de una prisión debe encontrarse donde la luz brilla más y obran en consecuencia, persistiendo en una actitud bastante lógica por cierto.

Para ellas el vidrio es un misterio sobrenatural que nunca han visto. Nunca antes han tenido una experiencia en esta atmósfera repentinamente impenetrable, y más incomprensible aparecerá este extraño obstáculo.

Mientras que las tontas moscas, indiferentes a la lógica como al enigma del vidrio, hacen caso omiso del llamado de la luz. Vuelan al azar de aquí para allá y acaban, necesariamente, por descubrir la abertura que les devuelve la libertad. Poseen la buena suerte que a menudo sonríe a los ingenuos, quienes encuentran la salvación donde los sabios perecen.

Este experimento nos habla del juego de hacer frente al cambio; de la rigidez y la flexibilidad, de la perseverancia, del ensayo-error y del azar.


En este ejemplo, ataduras flexibles facilitan los medios para que algunos agentes puedan superar un cambio fundamental en su ambiente.
Cada mosca vuela, atada vagamente a su vecina y a su propio pasado. Hace numerosas adaptaciones idiosincrásicas hasta que, finalmente, resuelve el problema de escaparse.

La flexibilidad es un activo en este caso particular, pero no está claro en que medida y en que momento ella contribuye a un cambio afortunado, y cómo la acción debe modificarse para que haga frente a la realidad de esta flexibilidad.

Si las compañías no se adaptan, mueren

La evolución aparece como un fenómeno continuo en el mercado. Las compañías u organizaciones que tienen éxito, son aquellas que aprenden. No esperan que el mercado las acabe, sino que crean su propio mercado interno.

Es fascinante constatar que las mejores empresas han desarrollado una multitud de artificios y rutinas para evitar la calcificación.

Ellas hacen más experimentos, fomentan más ensayos y permiten pequeñas fallas, conservan pequeñas dimensiones, cooperan más con sus clientes, estimulan la competencia interna, etc...
Mantienen un rico ambiente informal, cargado de información, que incitan a la difusión de las ideas que triunfan.

Igor Ansoff, quien durante mucho tiempo ha estudiado la estrategia de los negocios, agrega: "Podemos predecir el fin de la supremacía de la estructura como primer criterio para definir la aptitud de una organización. La estructura va a llegar a ser un medio dinámico de cambio y de inmovilismo a la vez, el último modelo del 'caos organizado'".

Finalmente, al ser consultado acerca de las estructuras de las compañías excelentes, David Anderson las calificó como "ambientes zumbadores y florecientes", metáfora que nos recuerda nuestro experimento de moscas y abejas.

Usted, o su organización, ¿actúa como mosca, o como abeja?

martes, 2 de agosto de 2011

LA ZORRA Y LAS UVAS (Esopo)

Viendo una zorra unos hermosos racimos de uvas ya maduras, deseosa de comerlos, busca medio para alcanzarlos, pero no siéndole posible de ningún modo y viendo frustrado su deseo dijo para consolarse: "Estas uvas no están maduras".

Los mecanismos de defensa, son casi siempre inconscientes, necesarios y adaptativos, según Freud, los impulsos no pueden ser descartados, sino sólo reprimidos en el inconsciente impidiendo que lleguen a la conciencia aquellos impulsos, necesidades o situaciones, que si fueran reconocidas desencadenarían reacciones de angustias y desesperación.

Este mecanismo de defensa tan primario en el ser humano, son parte de la personalidad y serán saludables sólo si van evolucionando y adaptándose al medio y etapa de crecimiento. Como casi todo en la vida, lo que parece indispensable en algún momento y para algunas circunstancias, no puede transformarse en hábito si ha dejado de ser necesario.

Sí cuando no contábamos con el recurso psicológico necesario, el mecanismo de defensa fue primordial a la hora de manejar alguna situación de angustia o frustración, distanciando los peligros que acechan nuestro medio a través de la fantasía. Sin embargo, la angustia o la frustración se transforma en una señal al Yo, que es la instancia intrapsíquica que desencadena un sin fin de reacciones que servirán de defensa y adaptación.

Desde el punto de vista conductual, los seres humanos aprenden a proveerse a sí mismo de estimulación, con lo cual aumenta las probabilidades de anticipar alguna situación de riesgo o amenaza, aumentando, con ello, su adaptabilidad a eventos futuros similares a lo experimentado en etapas anteriores y que hayan tenido algún grado de similitud, es por ello que la vida tendrá que llevarnos a enfrentar el máximo de situaciones con conciencia adulta y desarrollar formar más eficientes de resolver nuestra etapa de crisis.


Fuente: CRÓNICAS DE VIDA

lunes, 11 de julio de 2011

ENSEÑAR NO ES TRANSFERIR CONOCIMIENTOS


Enseñar no se hace sólo de ciencia y técnica. Se requieren otras cosas, como respeto, tolerancia, humildad, el gusto por la alegría y la vida, la apertura a lo nuevo, la disponibilidad al cambio, la perseverancia, el rechazo a los fatalismos, la identificación con la esperanza y la apertura a la justicia.

Enseñar no es transferir conocimientos, y aprender no es repetir la lección dada. Hay que experimentar, comprobar y construir para cambiar y mejorar. El que aprende es el propio artífice de su formación, con la ayuda del que enseña. Esto requiere ante todo respeto tanto a la persona que quiera cambiar como a la que no lo quiera.

Al enseñar hay que estar dispuesto a aceptar lo diferente. A pensar que podemos influir en el futuro y no creer que debemos esperar algo inexorable. Aquí juega un papel esencial la alegría en el aprender que genera la esperanza que nos permite luchar por un futuro mejor. Cambiar es difícil, pero es posible.

El que enseña también debe estar abierto al gusto de querer bien al que aprende, de apreciar la práctica educativa en la que participa. No le teme a ser afectivo, pero tampoco permite que la afectividad interfiera en el cumplimiento ético de su deber.

Enseñar es una experiencia alegre por naturaleza. La alegría no es enemiga del rigor. La alegría es parte del proceso de búsqueda, no sólo del encuentro con lo buscado.

El verdadero educador es un formador y no un mero adiestrador, transferidor de saberes o ejercitador de destrezas. El verdadero educador trabaja con los sueños y las utopías de los que aprenden. Trabaja con personas y no con cosas.

La verdadera autoridad del que enseña estimula el ejercicio de la libertad, apuesta a ella. La libertad se ejercita tomando decisiones y asumiendo las consecuencias de estas. Se aprende a decidir tomando decisiones. Tomar la decisión de asumir las consecuencias de nuestras decisiones es también parte del aprendizaje. Toda decisión trae consecuencias, esperadas o inesperadas. La decisión es un proceso responsable.

La educación es una toma consciente de decisiones. El verdadero educador apuesta por las mejoras, por la capacidad que tenemos de aprender a pensar correctamente. Se trata de una decisión que no es neutral. Por cumplir con ella lucharán hasta el cansancio. Pero esos educadores también apuestan a la libertad y es por ello que desarrollan su lucha respetando a toda prueba la voluntad del que aprende. 

Dondequiera que existan personas siempre hay algo que hacer, que aprender y que enseñar.

Un homenaje al pensamiento de Paulo Freire
Lic. Hugo Sánchez Morales

viernes, 27 de mayo de 2011

LA HISTORIA DE UN HOMBRE QUE MURIO DE HAMBRE


Cuentan que un hombre murió de hambre y al morir bajó primero al infierno y el demonio le preguntó:

¿De qué has muerto, hermano?
He muerto de hambre -le contestó el hombre.
Pues ven, que te vamos a dar de comer -le contestó el diablo mostrándole un comedor precioso, con una gran mesa repleta de los más suculentos manjares-. Si te quedas con nosotros siempre tendrás toda esta comida -le dijo tratando de convencerle.

Pero había algo que no encajaba. Todos los comensales que estaban sentados a la mesa estaban más flacos y demacrados que él. Entonces fue cuando se dio cuenta de lo que sucedía. Estaban atados a la silla ante la comida, pero tenían atados en una mano un cuchillo de un metro y en la otra un tenedor de la misma medida y por más que lo intentaban no conseguían ponerse la comida en la boca. Aquel era su tormento, habían muerto de hambre y ahora estaban ante la comida pero no podían comer.

El hombre cuando vio aquello subió al cielo a ver que le ofrecían. Al llegar, San Pedro le preguntó:

¿De qué has muerto, hermano?
He muerto de hambre -le contestó el hombre-. Pues ven, que te daremos de comer -le dijo Pedro mostrándole un comedor similar con los mismos manjares.

Los que se encontraban allí tenían los mismos cuchillos y tenedores atados a las manos, incluso las personas parecían las mismas, pero estas se veían bien alimentadas, felices, contentas y el hombre pensó: “¿cómo es posible que en la misma situación los resultados sean tan distintos?”. Fue entonces cuando se dio cuenta de donde estaba la diferencia: los de abajo eran unos egoístas que sólo preocupaban de comer ellos aunque no lo lograran y los de arriba cogían la comida con su largo tenedor y se la daban al de enfrente y el de enfrente les alimentaba a ellos.

domingo, 23 de enero de 2011

LA PARADOJA DE NUESTRO TIEMPO

La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiada televisión y oramos muy rara vez.
Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, acostones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tú puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.

Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.

Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.

Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.

Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.

Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.

Y siempre recuerda:

La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.

Aporte de: George Carlin

martes, 11 de enero de 2011

HISTORIA Y ORIGEN DEL INFIERNO Y EL DIABLO


Todos tenemos una idea aproximada del infierno y su gobernante, todos hemos oído hablar de lagos de azufre, tormentos eternos y del ser que gobierna en ese lugar pero ¿cual es el origen de la iconografía infernal y demoníaca?

Todo empieza en la civilización egipcia, en donde se establece por primera vez la idea de un mas allá, con su recompensa y su castigo, teniendo en cuenta que es en “El libro de los muertos” donde se detalla minuciosamente el proceso de transición de un mortal al mas allá.

Son los primeros en establecer la idea del Juicio Final, idea que posteriormente influyo en todas las civilizaciones que tenían tratos económicos, sociales, políticos y militares con el Egipto faraónico y que más tarde influyo notablemente a la civilización occidental en su idea infernal y diabólica.

El proceso del juicio egipcio era que el fallecido antes de ser juzgado por Osiris, tenía que atravesar lagos en llamas, desiertos espantosos y cocodrilos voraces, tras llegar a Osiris y ser sometido a juicio, si era declarado culpable era entregado a Seth, el cual lo arrojaba a las fauces de Amunt, una especie de cocodrilo gigante, y era en sus entrañas donde el alma del desafortunado sufría innumerables tormentos hasta la eternidad.

Con el zoroastrismo, Zaratustra establece un particular Juicio Final, en el cual el alma debía atravesar por siete puertas y llegar al Puente de Shimva, si el alma era liviana y ligera por la falta de pecados y culpas, atravesaba el puente sin problemas, por lo contrario con pecados y culpas el alma era pesada y torpe por lo cual caía al vació y cuyo final ¿lo adivinais? era un lago en llamas. Con la civilización griega la idea del infierno cambia considerablemente, ya que el alma iba a Hades, el reino de los muertos, y todos los mortales iban a parar allí.

El infierno hebreo no existe como tal, se menciona She-Ol, cuyo significado es Ciudad de los muertos o sepulcro, el cual no es un lugar de castigo sino que como en la civilización helénica, todos iban a parar allí tras la visita de La Dama Segadora.

Sin embargo el Antiguo Testamento si que menciona unos castigos por no cumplir las leyes de Dios, se relata en el Libro de Daniel, a partir de este texto es donde la influencia del poderoso Egipto se hace notar, relacionando She-Ol con el lugar en llamas donde se castiga a los malvados, recibe el nombre de Gehena-Ignis, que era un vertedero de basuras situado a las afueras de Jerusalén donde se quemaban los desechos y que también fue el lugar donde un antiguo pueblo semita ofrecía sacrificios humanos arrojándolos al fuego en tributo a su dios Moloc.

Llegado el cristianismo y ya instaurado como religión oficial, los primeros cristianos apenas mencionan el infierno hasta que en el siglo IV, “San” Agustín, padre de la iglesia actual, lunático y pedófilo hasta la medula, en su libro “La Ciudad de Dios” habla de castigos y cita que son los pecados sexuales los que principalmente llevan al infierno y donde surgen ideas tan peregrinas como que los niños no bautizados no van al cielo.

Durante la Alta Edad Media, cuando la peste, la guerra y el hambre asola Europa, el infierno tiene el mayor protagonismo, una legión de predicadores, influenciados por las enseñanzas de “San” Agustín se dedicaban a relatar los tormentos del infierno, curiosamente la gente acudía a las iglesias en masa a escuchar estos sermones, no en busca de esperanza, sino para deleitarse con la imaginativa narración de estos predicadores, de la misma manera que actualmente vamos al cine a ver una buena película de terror, si ya de por si los relatos eran escalofriantes el arte representado en las iglesias ayudaba a tener una idea de lo que era el infierno, de echo si entráis en las iglesias veréis más imágenes del infierno que del cielo. Con el Renacimiento, el infierno alcanza su máximo esplendor gracias al genial Dante Aligieri con su “Divina Comedia” y su “Inferno” donde miles de fanáticos creen que lo relatado por Dante es el infierno de verdad, pocos llegaron a entender que el texto era la particular venganza de Dante contra el Vaticano, ya que éste había arrestado, quitado sus posesiones y exiliado a Dante, si se lee “Inferno” y no nos recreamos en los tormentos, veremos que la gran mayoría de los castigados son jefes de la iglesia o personas influyentes de ésta.

Con lo cual se puede apreciar que el infierno es la mezcla de todas las religiones anteriores, siendo la más importante de ellas la egipcia.

Sobre su gobernante, el demonio, tal y como lo conocemos hoy en día, es la mezcla de dioses paganos anteriores al cristianismo, siendo Seth, señor del inframundo egipcio y dios carmesí y Pan, el fauno, dueño del deseo sexual y principal opositor de la iglesia, en el cual ve el origen de todos los males, es decir, el sexo.

En la tradición hebrea, la serpiente del Paraíso es solo eso, una serpiente, que de siempre ha simbolizado el Saber y la Inmortalidad. Es más, en el Antiguo Testamento el demonio es presentado como uno más en la corte celestial, solo hay que echar un vistazo al Libro de Job para darnos cuenta de ello: las calamidades de Job son el fruto de una apuesta entre Dios y el demonio, los teólogos más racionalistas, gran parte de ellos jesuitas, creen que el demonio seria el fiscal que presenta cargos ante el juez, Dios, en el Juicio Final, una idea muy lejana de la que se tiene del demonio.

El nombre de Satan, es un adjetivo que significa el Adversario, nada que ver con un ser con cuernecitos, patas de cabra y tenedor en mano, posteriormente todos sus demás nombres eran nombres de deidades de otros pueblos, que curiosamente eran ADVERSARIOS del pueblo elegido por Dios.

Con la llegada del cristianismo, es en el Libro de las Revelaciones, popularmente conocido como Apocalipsis y libro de cabecera de cualquier pirado con ganas de que se acabe el mundo, donde la figura del demonio tiene su protagonismo, siendo en el siglo VI donde tiene el máximo de su poder y donde nace la iconografía más conocida del demonio, el ser con cuernos y patas de cabra, siendo una representación grotesca del dios Pan, el deseo sexual.

En el siglo X es donde la imaginación de los artistas se desata y el demonio se transforma en el rey de los disfraces monstruosos, tras el Renacimiento e influenciado por Dante y su “Inferno”, el infierno es tratado como un lugar frió por lo cual la iconografía diabólica presenta al demonio pintado en colores azules o morados.

El demonio no presenta variación alguna hasta que Milton y su “El Paraíso Perdido”, nos muestra al diablo actual, enigmatico, seductor y poderoso como así lo demuestran los papeles cinematográficos de Al Pacino y Robert de Niro en sus películas “Pactar con el diablo” y “El corazón del ángel” y es con Milton donde aparece la frase mas celebre del Tentador:”Prefiero ser rey en el infierno, que esclavo en el cielo”.

Si tan patético nos parecen los tele predicadores y catastrofistas de hoy presentando al demonio como un ser grotesco, imaginaos como deben sentirse aquellos que se denominan satánicos que lo único que hacen es seguirle el juego a la iglesia y a los nuevos predicadores, adorando representaciones creadas por la iglesia, un juego que dura desde el siglo VI.

domingo, 9 de enero de 2011

EL ORIGEN REAL DEL INFIERNO



El infierno tiene un origen real, viene de Babilonia, es el castigo del fuego.

Origen real del infierno, no nace o se crea dentro de un conocimiento del más allá auténticamente, sino que procede de una tradición, pasa a ser una continuidad de un castigo corporal que se realizaba en Babilonia, el castigo del fuego.

Este castigo consistía en una pasarela larga de cantidad de metros que habia que recorrer, en la que sus laterales tenia una fosa a cada lado cargada con leña que habia que azuzar, y ésta se prendía con fuego 10 m, 20 m, 30 m.

La pasarela era larguisima en función de la pena dada por el delito cometido por un delincuente.

Si el delito era menor se le pondrían diez metros…

Si el delito tenía mayor importancia veinte… etc…

Siempre se procuraba que el fuego antes de empezar la caminata estuviera bien azuzado. Estaban los servidores de ese fuego con sus orquillas de hierro levantando y azuzando las brasas y los troncos para que las llamas tuvieran muchisima mas altura y el condenado a pasar por ahí tuviera muchas mas dificultades.

Con los delitos grandes, el reo se caía por el humo, por el calor, por el desvanecimiento… uno se abrasaba en el infierno. Asi se llamaba ese lugar: el infierno.

A partir de ahí se ha tomado como imagen. Se usó para el castigo eterno, castigo por la sentencia por juicio final… uno condenado al fuego.

No hay otro castigo peor que hubiera podido aterrar mas a las mentes, que morir abrasado, morir siempre es cruento y no es agradable pero morir en el fuego larga duración, una muerte lenta, muy dolorosa, angustiosa y aterradora para los demas. Era un espectáculo que no se olvidaba que reprimia a los demás para no caer en lo que habian caido esas personas condenadas.

AUDIO


colaboración de Juan Carlos Medina Romero
Psicólogo-Ceuta (España)

sábado, 1 de enero de 2011

EL MALTRATADOR ES INOCENTE



El fenómeno de la violencia doméstica o, mejor dicho, de la violencia machista a mi modo de ver está mal enfocado.

Se habla de cultura de la dominación, de denuncias, de sometimiento, de coaccionar la libertad y de los malos malísimos que son los hombres y especialmente los maltratadores.

Lejos de mi justificar ni siquiera mínimamente este fenómeno, estas actitudes y estas acciones opresivas, afirmo que el responsable de que se produzcan y cronifiquen, no es el agresor sino la víctima.

Sólo una persona que no se respeta a sí misma, que tiene miedo, PERMITE que abusen de ella.

Por supuesto el maltratador no es inocente sino responsable de lo que hace, pero insistir en su maldad no nos ayuda, porque desviamos la atención del problema real.

Abusadores habrá siempre (y abusadoras) y es nuestra responsabilidad, la responsabilidad de un adulto, cuidar de sí mismo/a y poner limites a los que agreden (tanto psicológicamente como después físicamente).

Por tanto, la publicidad como la insistencia en denunciar a mi modo de ver está mal planteada.

Es la educación del carácter, el decir NO sin ofender, el fomento de la seguridad interior, la autoestima, la autoeficacia y, en definitiva, el crear ciudadanos/as sanos, fuertes y respetuosos al mismo tiempo lo que eliminará el fenómeno.

Insistir en lo malo que son los malos es como insistir en lo mala que es la comida basura o las drogas. Sólo enquista el problema porque no se incide en soluciones sino en lo negativo del problema.

Romper con el conformismo, afirmar tu identidad (le pese a quien le pese) es crear las condiciones para una vida feliz basada en cimientos sólidos.

Apostar por las personas, sus potencias y posibilidades es el camino.

Contibución de:Juan Carlos Medina Romero, psicólogo Servicios Sociales CA de Ceuta

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