lunes, 2 de noviembre de 2009

¿QUÉ SUCEDE CON LAS ALMAS QUE LLEGAN A SU ESTADO PURO?


Un alma en evolución cuando por fin alcanza su pureza se libera uniéndose a las energías del cosmos, quizás en niveles muy superiores que ni siquiera podemos imaginar.

Pero el cuento no termina allí. Cuando se alcanza ese perfecto estado de conciencia, el tiempo pasa y pasa en una medida-tiempo inimaginable, y luego esas energías super inteligentes deciden volver a densificarse para comenzar el ciclo, experimentando con ello la ignorancia, es decir olvidan lo que son, hasta que nuevamente vuelven a develarse los secretos. Eso sucede desde la eternidad hasta la eternidad.

El universo o Dios, según como lo quiera llamar cada persona, no están apurados... Tiene todo el tiempo suficiente para experimentarse de todas las formas y nombres posibles.

Particularmente tengo la sospecha, que la Tierra ha sido parcialmente destruida una infinidad de veces junto a poblaciones y a sus respectivos habitantes.

Cuando entendemos que las energías que conforman nuestra esencia o nuestra alma en evolución son nuestra responsabilidad, ellas deben encarnar todas las veces que sean necesarias hasta alcanzar su equilibrio o su pureza y así liberarse.

Todos debemos tener muy presente que la forma en que la usemos es nuestra responsabilidad. De eso nadie se salva. Nuestras energías no las podemos dejar por ahí botadas o no podemos creer que se desparramaron por el ambiente y ya.

Eso no es Justicia Divina ni es algo inteligente ni tiene lógica.

Entonces, en el caso de tu esencia por ejemplo, cuando ya has alcanzado cierta pureza y viviendo en el mundo en que vivimos en la actualidad, imagina que a uno de los gobernantes de cualquier país del mundo se le ocurra explotar una “bomba nuclear”, y que el gobernante que supuestamente funge como el enemigo lance otra.

Puede que todas las ciudades y pueblos desaparezcan, quizás todos moriríamos por tal irresponsabilidad. Debemos recordar que lo que en realidad muere es el cuerpo. El alma en evolución no.

Al ocurrir ese supuesto fin del mundo, la Tierra con esa paciencia infinita que la caracteriza vuelve a “sanarse”. Para que esto ocurra, tendrían que pasar miles de años.

Esas almas que no lograron su equilibrio, permanecen suspendidas en los diferentes niveles de conciencia o evolución que hayan alcanzado, y estarán así hasta que tengan la oportunidad de ser atraídas para ocupar un nuevo cuerpo según ciertas situaciones necesarias para continuar.

Cuando nace un cuerpo, dicho cuerpo es como si la succionara al salir de la matriz. La succiona porque es de él, y ella, es la que le dará vida y movimiento.

Imagínate todas las almas que se encuentran esperando, suspendidas en algún lugar.

Para no ir muy lejos ni fantasear mucho, imagina esas que estuvieron en la Atlántida o en Lemurias.

Algunas de ellas, en la actualidad pueden comunicarse con los actuales pobladores. Al ser almas muy evolucionadas, muchos puede que las llamen maestros, ángeles, o a lo mejor extraterrestres.

Esas almas no han podido dar muchas explicaciones, porque nosotros no estamos en la capacidad de entender ese nivel energético en cuanto a vibración de sabiduría e inteligencia se refiere.

Ellas están esperando, con toda su paciencia, que nosotros por fin entendamos que tenemos que amarnos, respetarnos y ayudarnos mutuamente. Están esperando que por fin entendamos que somos UNO.

Su continuidad evolutiva, depende de la evolución de nosotros.

Ellas deben esperar a que las almas o esencias de sus “futuros padres”, evolucionen para poder entonces lograr su nacimiento en el cuerpo perfecto para continuar.

Adivina quiénes posiblemente son los niños cristal o los autistas o los savat.

Adivina el por qué pareciera que se ausentaran de sus cuerpos.

Como en su esencia no tienen energías densas de memorias de vidas pasadas similares a las nuestras, les cuesta un poco comunicarse con nosotros. Puede que quizás tengan memorias de otros niveles o de otras formas de vida que ellas no logran entender.

A lo mejor ya habían desarrollado otras formas de comunicación, o quizás ya habían desarrollado un sexto sentido o se comunicaban por telepatía.

Por otra parte y continuando con la forma en que evolucionan las energías, también puede ocurrir un descenso energético voluntario.

Para poder entender y encontrarle lógica, debemos comprender que la energía universal tiene un espectro y una jerarquía de pureza vibratoria que no debe declinar para no quebrantar el orden cósmico y la armonía predominante en el universo. Es esa la razón por la cual cada ser, cada organismo o ente se encuentra en el espectro vibratorio que le es afín. Es decir, la energía al vibrar en diferentes niveles lo hace según sea su grado de dispersión, así como su constitución, su estructuración, sus combinaciones, su frecuencia y su contextura. En tal sentido, sólo cuando la “Armonía Energética” o el “Deber Ser Universal” se encuentra en un grave peligro, de lógica que en alguno de los niveles más bajos, energías evolucionadas que ya han ascendido o energías que se han liberado y que vibran en otras dimensiones o esferas, descienden voluntariamente a niveles inferiores para “intervenir y/o ayudar” en el proceso evolutivo de algún planeta, o lugar en el universo que así lo necesite.

Cada esencia debería cumplir una especie de “servicio” conforme sea su nivel, y en el caso de las ya evolucionadas ese servicio es voluntario y espontáneo, así como también pueden hacerlo según puedan ser sus “necesidades evolutivas o sus anhelos superiores”. En todo caso, el mayor y más elevado servicio de toda esencia es el ser portador de la perfecta pureza universal. Este tipo de energías, cuando deciden descender al nivel en que se encuentra el planeta Tierra, por ejemplo, sólo podrán hacerlo disminuyendo el nivel vibratorio, el cual no tan sólo debe estar acorde con las vibraciones del planeta sino también con el momento evolutivo que se esté experimentando. Para ello necesitará de un cuerpo que servirá de instrumento para irradiar el Ser o la Conciencia Perfecta en forma de pensamientos, palabras y acciones. Esta perfección energética nunca podrá ser usada para imponer y menos para hostigar.

En otras palabras, una esencia liberada para que pueda descender tendrá que buscar la manera de densificar sus energías para poder atraer y ocupar un cuerpo que le permita permanecer en el lugar donde debe prestar su "servicio", de no ser así, ellas saldrían inmediatamente "expulsadas", pues su pureza energética inherente no se lo permitiría. Para ello, las debe densificar tergiversándolas leve, voluntaria y concientemente a través de algunas acciones, o a través del contacto directo con las personas que le rodean, o impregnándose de energías que se encuentran en un estado más denso.

Cuando ocurre una tergiversación energética conciente y voluntaria, ese cúmulo de energías en servicio, también tendrá que permanecer en ese lugar “naciendo y muriendo” todas las veces que sean necesarias. Luego, y en la medida en que vaya cumpliendo con su “misión salvadora”, dicha tergiversación irá, poco a poco “corrigiéndose” para dejar el cuerpo que ocupa y así poder ser liberadas nuevamente al universo o a la dimensión a la cual pertenece.

Entonces, piensa, reflexiona, imagina y discierne sobre cuál es tu tarea y la tarea de todos en el mundo, siempre recordando que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma... Además, debes tener presente siempre que cada causa tiene su efecto y que el efecto se convierte en causa para continuar el ciclo.

Nada ocurre por casualidad, nada es fortuito y menos al azar.

PSICOLOGÍA PRENATAL


Los nueve meses de gestación constituyen una etapa crucial en la vida de cada ser humano. El tipo de relación con la madre y con el exterior determinarán las actitudes que nos acompañan toda la vida. La bella tarea de ser padres comienza con la concepción.

Hasta hace poco, los científicos suponían que la conciencia e inteligencia de los bebés eran muy limitadas. Los sistemas nerviosos del feto y del bebé parecían incompletos. Los sistemas neuronales no están desarrollados. La envoltura de mielina de las células nerviosas sólo está parcialmente formada. Los neurólogos dedujeron que el feto no era capaz de sufrir, experimentar placer, aprender, recordar o pensar. Los movimientos y expresiones del feto y del bebé eran considerados reflejos.

Pero los avances realizados a lo largo de las dos últimas décadas a través de los estudios embriológicos y fetales –utilizando la fotografía intrauterina, las imágenes ultrasónicas, el escáner con microscopio electrónico y otras tecnologías– ofrecen una nueva comprensión del mundo del ser humano aún por nacer. Decenas de experimentos demuestran que a las pocas semanas de la concepción ya posee los sentidos del oído, el tacto y el gusto bien desarrollados. Le afectan los estímulos que llegan desde el interior del cuerpo de la madre y desde el exterior. Y aun más, responde a las emociones y las expresa. Es decir, el ser humano no nacido posee vida emocinal y se comunica con la madre y con el exterior. Dentro del mundo uterino ya reímos, lloramos y se forma nuestra personalidad.

UN ENTORNO ACOGEDOR

El obstetra Rene Van de Carr señala que el desarrollo de las vías neuronales relacionadas con las habilidades intelectuales y motoras depende de las informaciones obtenidas a través de los sentidos. Por tanto, los padres tienen la posibilidad de crear, ya incluso durante el embarazo, un entorno físico y emocional que promueva la salud y el bienestar de sus hijos.

La calidad de la atmósfera psíquica y emocional que acoge al niño es decisiva. Según un estudio dirigido por la doctora Bea Bergh, el nivel de estrés de las madres durante el embarazo puede producir un impacto significativo en sus hijos: las que sufren ansiedad prolongada entre las semanas 12 y 22 de gestación tienen más probabilidades de tener hijos nerviosos o con déficit de atención. La sociedad moderna apenas muestra preocupación por esta realidad. Las madres trabajan hasta el último momento y muy pocas saben que su estado mental y anímico puede tener una influencia decisiva sobre el bienestar futuro de sus hijos.

OTRAS CULTURAS

Sin embargo, muchas culturas antiguas parecen haberlo sabido. De hecho, poseen costumbres en torno al momento del nacimiento y el cuidado del embarazo que son totalmente coherentes con los descubrimientos que está realizando la ciencia contemporánea y que se hallan a años luz de las erróneas prácticas seguidas en los hospitales modernos.

La psicóloga Ann Maiden ha estudiado cómo se prepara el recibimiento del niño en 80 culturas tradicionales. Por ejemplo, en un libro de medicina tibetana del siglo XVIII ha podido ver cómo se describen detalles de la evolución del feto a lo largo de cada semana del embarazo. En concreto, en la semana 26, el texto tibetano afirma que la conciencia del niño ya es muy clara y puede ver sus vidas pasadas, puede reconocer si fue un ser puro u ordinario y saber cómo fue su nacimiento anterior. En Bali, lo primero que hacen las mujeres al saber que están embarazadas es hablar con el dukun, el sanador del pueblo, que les ayuda a iniciar el diálogo con el niño, a fin de descubrir su identidad y su propósito en la vida. Estos dos asuntos –la identidad y el propósito– se mantienen como temas importantes a lo largo de la educación y la formación espiritual balinesas. Las mujeres aborígenes australianas consideran que su papel en el nacimiento es proporcionar un refugio temporal para un ser con su propia identidad espiritual preexistente. Por cierto, creen que el espíritu entra completamente en el feto cuando ha alcanzado una determinada etapa de desarrollo que se sitúa en torno a la décima semana de la gestación.

La psicóloga Jean Liedloff, autora de El concepto del continuum, observó que los yequana de la jungla de Venezuela hacían que los niños se sintiesen una parte valiosa de su entorno natural y social desde el mismo momento de la concepción, y que esta atención era la principal responsable de la impresionante salud psicológica, la ecuanimidad y el buen humor característicos de los nativos. Actitudes similares en torno al nacimiento se dan entre las naciones indígenas norteamericanas. El cheroki Dhyani Ywahoo afirma, en su libro Voces de nuestros ancestros: enseñanzas cherokis de la Sabiduría del Fuego, que “elegimos una familia donde nuestros talentos puedan desarrollarse para completar un ciclo de aprendizaje. Incluso cuando nos encontramos dentro de nuestras madres escuchamos y sentimos la familia que nos rodea. Dentro del útero, el niño está percibiendo las cualidades de las mentes de sus padres y responde a los pensamientos que otras personas dirigen a la madre. Por esta razón, es muy importante que las mujeres embarazadas cuenten con una red de personas que las apoyen amorosamente y que su entorno esté libre de ira en la medida de lo posible”.

NACE LA PSICOLOGÍA PRENATAL

La sociedad moderna occidental ha olvidado o se ha mantenido ajena a toda esta sabiduría. Pero una nueva disciplina, la psicología prenatal y perinatal, está llamando la atención sobre las dimensiones emocionales y mentales del ser humano durante su propia gestación y nacimiento.

A lo largo de los últimos 30 años, los psicólogos han comprobado que sus pacientes remontan los orígenes de sus actitudes vitales disfuncionales a sus experiencias negativas durante la etapa fetal o el nacimiento. En la literatura psicológica clásica se encontraban muy pocas referencias al tema, por lo que los psicólogos han debido compartir sus hallazgos sobre las experiencias psíquicas más tempranas.

A partir de Sigmund Freud, se comenzó a tomar conciencia de que las experiencias infantiles condicionaban la personalidad adulta. Este reconocimiento implicó cambios culturales revolucionarios. Los niños adquirieron el derecho a no ser traumatizados, y en vez de integrarnos ciegamente en un orden religioso o social determinado, intentamos descubrir quiénes somos y satisfacer nuestras necesidades personales.

Ahora nos encontramos ante el reto de remontar nuestra historia vital hasta el mismo momento de la concepción. El descubrimiento del mundo interior uterino profundiza la revolución del psicoanálisis y cambia la manera en que nos vemos a nosotros mismos como individuos, así como la forma en que nos relacionamos con las personas que nos rodean. La sociedad entera está concernida sobre la consideración y el trato que recibe cada ser humano desde su concepción. De hecho, estamos hablando sobre una nueva definición de la condición humana.

El desafío es descubrir las auténticas necesidades del ser humano desde el primer segundo de su verdadera existencia. Distintos autores aseguran que las necesidades fetales continúan, transformadas, durante la vida adulta, y todo lo que el ser humano construye va a encaminado a sustituirlas o compensarlas, con más o menos éxito.

De alguna manera, las emociones prenatales dominan la organización social, la vida cotidiana, los deseos y las frustraciones, la política internacional, la guerra y la paz. Cada cultura sobre la Tierra es un intento de la especie humana de recrear en el exterior el mundo uterino. El ser humano construye entornos donde le resulte posible sobrevivir. No le importa si hace calor o frío, puede vivir en el trópico o en los polos, o desplazándose de un lugar a otro, pero necesita reencontrarse con la situación uterina original. Es la causa de la creatividad humana, explica Ludwig Janus, autor de El nacimiento del alma.

El origen de la creatividad, La paternidad prenatal, El programa de Morimoto

Para el ser humano, un árbol no es sólo un árbol, sino un objeto que hace las veces de placenta, es decir, de fuente de alimentación segura. El árbol se convierte en símbolo y objeto sagrado. Todas las culturas humanas colocan en su centro un árbol, un manantial o cualquier otra cosa que pueda remitirle simbólicamente a la placenta. El latido del corazón de la madre y los sonidos que percibe el feto se transforman en música y lenguaje. La pared del útero, en la pared de la casa, la muralla de la ciudad y la frontera internacional. El cariño de la madre, en solidaridad social.

Así podríamos seguir asociando cada una de las experiencias del feto, incluidas las negativas, con comportamientos sociales: la indiferencia de los padres puede transformarse en egoísmo, y el miedo, en armas y guerras.

De los hallazgos de la psicología prenatal se deduce que los padres no sólo pueden influir de manera decisiva en el bienestar futuro de sus hijos, sino en el espíritu de la cultura, los valores y las relaciones sociales. Y pueden hacerlo a través de los actos cotidianos.

El doctor Thomas Verny, autor de La vida secreta del niño antes de nacer y de El vínculo afecto con el niño que va a nacer, fue el primero en hablar, ya en la década de 1970, de la “educación prenatal” a través de la comunicación física, emocional y mental entre la madre y el feto. Esta educación consistía en ejercicios y prácticas de relajación, armonización, visualización y comunicación pensados para cada semana del embarazo.

Muchos otros investigadores continuaron los trabajos de Verny. David Chamberlain, Rene Van de Carr, Gabriella Ferrari o Gino Soldera desarrollaron metodologías que incorporaban los nuevos descubrimientos científicos (se ha ido comprobando que los sentidos del feto funcionan como mucha agudeza y desde muy pronto). Chamberlain enumera los tres aspectos esenciales de la paternidad prenatal:

• Alimentar un cuerpo físico sano. Los padres que esperan al nacimiento para cuidar la salud física de su hijo pueden llegar tarde. Los cimientos fisiológicos ya están construidos. La calidad de la alimentación de la madre o la presencia de sustancias tóxicas y contaminantes en el útero –desde medicamentos a drogas pasando por plaguicidas y moléculas artificiales– pueden ser decisivas para la salud física y mental del niño. Una dieta nutritiva y un estilo natural de vida garantizan que el niño no se verá expuesto a agentes peligrosos. Las dietas hipocalóricas, ya sea por razones puramente estéticas o por consejo médico, son en muchos casos una amenaza para los niños.

• Crear cimientos emocionales. Una de las grandes sorpresas sobre la vida en el útero es que el feto siente emociones y las expresa. A las diez semanas de embarazo se pueden observar gestos que revelan autocontrol, intereses y necesidades. Entre la 13 y 16 la semanas es capaz de oír las voces de los padres. A las 15 semanas reacciona a la risa de la madre. La vida uterina no tiene nada que ver con la paz oceánica que los autores clásicos imaginaban. Es un mundo en comunicación intensa con la madre y el exterior. El sistema emocional del niño se va organizando en función de estas experiencias tempranas. Si se siente rodeado de ira y miedo, se prepara para un mundo exterior dominado por esas emociones. En cambio, la creación de un vínculo afectivo positivo con la madre es una condición para que el hijo llegue a establecerlo con las demás personas, con la sociedad y con la naturaleza. El obstetra Michel Odent ha escrito sobre la conveniencia de que el hogar del futuro niño esté embargado de alegría y emociones positivas.

• Establecer una conexión rica con el niño. Antes de nacer ya puede escuchar conversaciones –cuyo tono emocional capta– y músicas que luego recuerda. Reconoce con agrado las voces de los padres y los ritmos musicales familiares, lo que le sirve para establecer los primeros vínculos emocionales con otras personas. También adquiere las bases de la lengua hablada en su idioma materno.

El doctor Yoshiharu Morimoto ha creado un programa de cuidado prenatal que ya ha demostrado su éxito con más 7.000 niños en Osaka (Japón). El objetivo principal es favorecer la creación de un vínculo con el feto que le conectará de una manera positiva con su familia y con el mundo exterior. Las madres que lo han realizado aseguran que los niños son independientes, seguros de sí mismos y equilibrados anímicamente.

• Entrenamiento autógeno. Morimoto enseña la técnica creada por Johannes Schultz. Una vez aprendida, la madre puede alcanzar un estado de relajación profunda, física y mental, muy rápidamente y siempre que lo desee. En este estado de conciencia pueden hablar con sus hijos en el útero. Luego, durante el parto, pueden utilizarla para facilitar el paso por el canal vaginal.

• Trabajo con imágenes. A través del juego con arena –o sandplay, terapia para acceder al inconsciente a través del modelado de figuras, que se utiliza especialmente con niños–, la madre crea una casa para el bebé. El ejercicio hace que la madre reviva sentimientos infantiles y provoca una empatía natural con el hijo. De manera similar, las madres pueden modelar en papel maché la cara del hijo que esperan. En muchos casos, la máscara presenta un parecido increíble con la carita que tendrá el futuro recién nacido.

• El juego de la patada. Es fascinante, sencillo y simpático. Cuando el niño da una patada espontánea, la madre palmea en el lugar donde la ha sentido, al tiempo que dice “¡dame otra patadita, cariño!”. Es un juego que divierte al niño y le vincula a la madre y al padre, que también puede participar.

• Charla con el niño. Puede realizarse en cualquier momento y lugar, siempre que haya silencio y el niño dé muestras de estar despierto. Antes de comenzar a hablar, la madre tiene que relajarse y concentrarse en el amor que siente hacia su hijo. Desde esa emoción, le habla con voz alta y clara. Por otra parte, en todos los momentos del día, las madres pueden poner especial atención en las impresiones que reciben a través de sus sentidos: lo que huelen, lo que ven, lo que tocan y lo que escuchan. Su hijo disfruta de todo ello de alguna manera.

• Escuchar música. El objetivo no debe ser sólo cultivar su inteligencia y creatividad, sino ofrecerle un mensaje de bienestar y acogimiento. Una buena idea es cantarle una canción, si es posible, creada por la madre para su niño.

Más allá de todos los ejercicios que proponen los expertos, las madres tienen un instinto para dar la bienvenida al mundo a sus hijos. Sólo deben dejar que salga a la luz. El resultado serán generaciones de seres humanos mejor preparados para una vida plena.

Fuente: Revista Integral

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