«Querido
profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son
justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano, hay un
héroe, y que por cada egoísta, hay un ser generoso. También enséñele que
por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda
encontrada. Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente
de las victorias.
Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del
contentamiento. Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que
deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las
maravillosas vistas de lagos y montañas Que aprenda a jugar sin
violencia con sus amigos.
Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.
Que crea en sí mismo y en sus capacidades aunque se quede solo, y tenga
que lidiar contra todos. Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y
duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque
simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores. Que aprenda a
oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo.
Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele
que a veces los hombres también lloran. Trátelo bien pero no lo mime ni
lo adule, déjelo que se haga fuerte solo. Incúlquele valor y coraje
pero también paciencia, constancia y sobriedad.
Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios
también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho,
pero haga todo aquello que pueda».
Abraham Lincoln, 1830
Tomado de:
Juan Carlos Medina Romero
https://plus.google.com/103203752391038411994/posts?cfem=1
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Juan Carlos Medina Romero
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